Y como Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, dió el espíritu. (Juan 19:30, RV 1909)
Hearing the Call
En el momento culminante de la pasión de Cristo, estas palabras resuenan con un poder profundo: “Consumado es”. Jesús, al pronunciar esta frase, declara la victoria sobre el pecado y la muerte. Es un llamado para que cada creyente escuche atentamente y reconozca que la obra redentora está completa.
Este versículo nos invita a detenernos y reflexionar sobre el sacrificio que Jesús hizo por nosotros. No fue un acto cualquiera, sino el cumplimiento perfecto del plan divino para restaurar nuestra relación con Dios. Al inclinar la cabeza y entregar su espíritu, Jesús nos muestra el camino hacia la reconciliación y la vida eterna.
Obedience Today
¿Cómo respondemos hoy a ese llamado? La obediencia a Cristo es un acto de amor y confianza. Así como Él cumplió su misión hasta el final, nosotros estamos llamados a vivir en fidelidad, dejando que su ejemplo guíe cada decisión y acción.
Este versículo también nos desafía a reconocer que, aunque la obra está consumada, nuestra participación en el Reino continúa. Jesús nos llama a ser sus manos y pies en un mundo que necesita esperanza y redención.
- Escuchar atentamente la voz de Dios en la oración diaria.
- Reconocer el sacrificio de Jesús como la base de nuestra fe.
- Vivir con humildad y gratitud por la gracia recibida.
- Obedecer sus mandamientos con alegría y compromiso.
- Compartir el mensaje de salvación con amor y valentía.
- Perdonar a otros como hemos sido perdonados.
- Buscar justicia y paz en nuestras comunidades.
- Mantener la esperanza firme en la promesa de vida eterna.
Consumado es no solo es una declaración histórica, sino una invitación diaria a confiar plenamente en Jesús y a seguirlo con todo nuestro corazón.
"Al proclamar ‘Consumado es’, Jesús no solo terminó su misión, sino que abrió la puerta para que cada uno de nosotros viva en libertad y plenitud."
Que al meditar en estas palabras, podamos renovar nuestro compromiso y caminar con valentía en la fe. La cruz no es solo un símbolo del pasado, sino la fuente viva de nuestra esperanza presente y futura.
En cada desafío, recordemos que Jesús ya venció, y su victoria nos impulsa a perseverar. Al tomar su ejemplo, vivamos con propósito y amor, sabiendo que el Espíritu que Él entregó habita en nosotros.