¿Quién nos apartará del amor de Cristo? tribulación? ó angustia? ó persecución? ó hambre? ó desnudez? ó peligro? ó cuchillo? - Romanos 8:35 (RV 1909)
Este versículo, extraído de la carta del apóstol Pablo a los Romanos, nos confronta con una pregunta profunda y desafiante: ¿qué puede separarnos del amor de Cristo? La enumeración de adversidades que Pablo presenta no es casual; refleja las múltiples pruebas que los primeros cristianos enfrentaban y que, aún hoy, muchos creyentes experimentan en diferentes formas.
Términos clave
- Tribulación: sufrimiento o aflicción intensa que pone a prueba la fe.
- Angustia: estado de ansiedad o dolor emocional profundo.
- Persecución: hostilidad o maltrato debido a la fe cristiana.
- Desnudez: símbolo de vulnerabilidad y pobreza extrema.
- Cuchillo: representación literal y figurada del peligro mortal.
La palabra «amor» en este pasaje se traduce del griego "agape", que denota un amor incondicional, sacrificial y eterno. Pablo nos asegura que, a pesar de las circunstancias más terribles, este amor permanece firme e inquebrantable.
En el contexto histórico, los cristianos enfrentaban persecuciones constantes, y la carta a los Romanos fue escrita para fortalecer su esperanza y confianza en la fidelidad de Dios. Pablo no promete una vida sin dificultades, sino la seguridad de que nada podrá separarnos del amor divino.
Por qué importa hoy
En nuestra época, aunque las formas de tribulación pueden variar, el mensaje sigue siendo relevante. Las pruebas personales, la ansiedad, las injusticias sociales o las crisis globales pueden hacer que nos preguntemos si el amor de Dios está con nosotros. Este versículo nos invita a recordar que ese amor es más fuerte que cualquier adversidad.
Además, nos desafía a vivir con valentía y esperanza, sabiendo que el amor de Cristo es un ancla segura en medio de las tormentas. Nos impulsa a no rendirnos ni a alejarnos, sino a mantenernos firmes en la fe, confiando en que Dios no nos abandonará.
“Nada en esta vida puede separarnos del amor de Cristo, ni siquiera las pruebas más dolorosas o los peligros más amenazantes.”
Este pasaje también nos llama a la solidaridad con aquellos que sufren persecución o pobreza, recordándonos que el amor de Cristo nos une en una comunidad que sostiene y acompaña.
La enseñanza central es clara: el amor de Cristo es un refugio inquebrantable que nos sostiene en cualquier circunstancia. Reconocer esta verdad nos da paz y valor para enfrentar el presente y el futuro con confianza.