Por tanto, teniendo un gran Pontífice, que penetró los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.

Hebreos 4:14

Por tanto, teniendo un gran Pontífice, que penetró los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. (Hebreos 4:14)

Fe en el Sumo Sacerdote Celestial

Este versículo nos invita a contemplar la majestad de Jesús como nuestro gran Pontífice, un mediador que ha atravesado los cielos y se ha sentado a la diestra de Dios Padre. En el contexto histórico, el sumo sacerdote del Antiguo Testamento entraba una vez al año en el Lugar Santísimo para ofrecer sacrificios que cubrieran los pecados del pueblo. Sin embargo, Jesús, siendo el Hijo de Dios, no necesita repetir sacrificios; Él mismo es el sacrificio perfecto y eterno.

Esta realidad nos llama a una fe profunda y segura, porque nuestro mediador no es un sacerdote terrenal limitado, sino el Sumo Sacerdote celestial que intercede continuamente por nosotros. La confianza en su obra consumada fortalece nuestra esperanza y nos anima a mantener firme nuestra profesión de fe, incluso en medio de las pruebas.

Obras que Fluyen de la Fe

Retener nuestra profesión no es simplemente un acto pasivo, sino un compromiso activo que se manifiesta en obras de amor y obediencia. La fe verdadera se expresa a través de acciones que reflejan el carácter de Cristo y su sacrificio. Al comprender la grandeza de nuestro Pontífice, somos motivados a vivir en santidad, justicia y servicio.

Las obras no son el medio para alcanzar la salvación, sino la evidencia viva de una fe genuina. En este sentido, la fe y las obras no están en conflicto sino en armonía perfecta, pues una fe que no obra está muerta, como nos enseña Santiago.

Jesús, al penetrar los cielos, nos invita a una vida de fe activa que transforma cada aspecto de nuestro ser. Así, la profesión que retenemos no es simplemente verbal, sino un testimonio constante y visible del poder de Dios en nosotros.

  • Jesús como Sumo Sacerdote es eterno y perfecto.
  • Su intercesión es continua y eficaz.
  • Nuestra fe se sostiene en su obra consumada.
  • La profesión de fe se manifiesta en obras de amor.
  • La fe y las obras están en armonía, no en rivalidad.
  • La confianza en Jesús fortalece nuestra perseverancia.
  • Somos llamados a una vida de santidad y servicio.
  • El sacrificio de Cristo nos libera y transforma.
“Por tanto, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, retengamos nuestra profesión.” (Hebreos 10:19-23)

Este pasaje complementario resalta la invitación a mantener firme nuestra confesión y confianza en Cristo, quien nos ha abierto el camino al Padre. La seguridad que tenemos en Jesús debe ser el fundamento de nuestra vida diaria y la fuente de nuestro gozo espiritual.

En conclusión, Hebreos 4:14 nos impulsa a reconocer la supremacía de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote y a vivir una fe que se refleja en obras llenas de amor. Que esta verdad nos inspire a perseverar, retener nuestra profesión y caminar con valentía hacia la plenitud que Dios ha prometido a sus hijos.

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